Charlamos hoy con Daniel Sampedro del grupo Maniquí Teatre sobre su trayectoria y su obra El Pollito
En esta última edición del año conversamos con Daniel Sampedro, actor, director y cofundador de Maniquí Teatre, para sumergirnos en el proceso creativo de El Pollito, una obra que está dejando huella allí donde se representa. Daniel repasa sus inicios en Epidauro, la compañía alicantina que le sirvió de escuela y trampolín, hasta llegar a la fundación de Maniquí Teatre.
El núcleo del episodio gira en torno a El Pollito, un proyecto de teatro documento que reconstruye la historia real de Jesús Ruiz, quien pasó siete años en una prisión de Perú por tráfico de drogas. A partir de entrevistas, vídeos y material autobiográfico, Noé Vicente escribe y dirige una pieza que Daniel interpreta en solitario, encarnando más de 25 personajes y sosteniendo durante hora y media un viaje emocional que va del humor a la crudeza sin perder el hilo de humanidad que lo atraviesa todo.
El actor detalla el laborioso trabajo de construcción física y vocal de cada personaje, la decisión creativa de no imitar al Jesús real sino crear una versión escénica propia, y el reto que supone mantener la energía emocional cuando la obra rompe la cuarta pared y el público se convierte en interlocutor directo. También habla de la escenografía, diseñada y fabricada por el propio equipo —hierro soldado, módulos encajables, texturas frías— para permitir que la imaginación del espectador complete el espacio.
Uno de los momentos más conmovedores de la entrevista llega al recordar la presencia del propio Jesús Ruiz en el estreno: su reacción, las lágrimas, la risa, y el agradecimiento por ver contada su historia sin suavizarla ni glorificarla. Daniel explica cómo muchas personas del público, especialmente madres y familiares de personas privadas de libertad, se han sentido profundamente identificadas con la obra.
A lo largo de la charla reflexiona sobre el peso de los prejuicios, sobre cómo El Pollito muestra que detrás de cada caso hay una historia compleja, llena de decisiones propias pero también de condicionantes sociales. Y admite que esta experiencia le ha transformado la mirada hacia el mundo penitenciario.
El episodio también repasa el trabajo del equipo: la música original de Ricardo, la iluminación creada junto a Carlos, la labor de producción de Juan y la compenetración creativa con Noé Vicente, con quien forma un tándem artístico sólido y muy consciente de los retos del teatro aficionado frente al profesional.
De cara al futuro, Daniel adelanta en exclusiva que la compañía ya trabaja en Los días de tiza, un nuevo montaje previsto para 2026, con elenco renovado y un enfoque que combinará comedia y drama. Mientras tanto, El Pollito seguirá girando, compatible —como él mismo señala— con los próximos proyectos gracias a su formato unipersonal.
Una conversación intensa, honesta y llena de amor por el teatro, perfecta para cerrar el año y recordar por qué el teatro aficionado sigue siendo un espacio imprescindible para contar historias que remueven y conectan.
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